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Evangelio - La Palabra Del Día

lunes 15 de septiembre de 2025

Lunes Ordinario 24ª Semana de Solemnidad

Día de Bienaventurada Virgen María de los Dolores, La Bien Aparecida.
Tiempo ordinario

Textos

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna.

R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia.

A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí. /R.

Ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. /R.

Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. /R.

Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen. /R.

Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles, y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos. /R.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. 

Miremos hoy a María. Nadie siguió tan de cerca y con tanta intensidad la ruta de Jesús como ella, la Dolorosa. Desde que lo alumbró en Belén, en la máxima pobreza, hasta que lo presentó al Padre, deshecho y roto en el Calvario, su existencia estuvo presidida por la espada de dolor (Lc 2,35). “Ved si hay dolor semejante a mi dolor” (Lm 1,12) y, sin embargo, “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). Es la lección que hoy nos da María: una lección de fortaleza para afrontar las situaciones límites; de fe para creer que por la cruz se llega a la resurrección; de esperanza para sabernos siempre en las manos de Dios; de amor para abrir nuestro corazón a todos los que sufren y aliviar su dolor con nuestra entrega.