El Santuario Fray Leopoldo se convierte, una vez más, en espacio de encuentro entre la belleza y el recogimiento a través de la música. En esta ocasión, el violín de Alexandre Da Costa, acompañado al piano por Josu Okiñena, ofrece un recital lleno de matices, donde confluyen tradición, emoción y virtuosismo.
Alexandre Da Costa, reconocido internacionalmente por su sonido poderoso y expresivo, es un violinista canadiense galardonado con numerosos premios y habitual de las grandes salas del mundo. Su dominio del repertorio clásico y contemporáneo le permite abordar cada obra con una personalidad única. Da Costa interpretó el programa con un instrumento histórico: un Stradivarius "Di Barbaro" de 1701, joya de la luthería italiana que ofreció una sonoridad inigualable en el espacio sagrado del Santuario.
Josu Okiñena, pianista e investigador vasco, destaca por su profundidad interpretativa y su compromiso con el repertorio ibérico. A lo largo de su carrera ha trabajado con figuras de renombre internacional y ha desarrollado una labor muy valorada en el diálogo entre música y espiritualidad.
El programa de este concierto es un auténtico viaje a través de los siglos y las culturas:
- T.A. Vitali (1663–1745) abre el recital con una Chacona, forma barroca que combina variación y pasión contenida, con gran riqueza armónica.
- La adaptación popular de la Saeta de la Niña de la Alfalfa, a cargo de Marvizón y Da Costa, aporta una mirada flamenca y local, conectando con la religiosidad popular andaluza.
- Hilarión Olazaran de Estella (1894–1973), compositor navarro, aporta dos piezas llenas de raíz vasco-navarra: Argarazi y Goiza, que evocan el paisaje y el alma de su tierra.
- Maurice Ravel (1875–1937) se hace presente con su Kaddish, melodía hebraica profundamente conmovedora, que trasciende lo musical para tocar lo espiritual.
- Piotr Ilich Tchaikovsky (1840–1893) ofrece con su Sérénade mélancolique un momento de lirismo ruso, delicado y conmovedor.
- A. Donostia (1886–1956) vuelve a sonar en el Santuario con dos Romanza, donde la raíz vasca y la canción popular se funden con el lenguaje romántico.
- Isaac Albéniz (1860–1909) aporta su célebre Tango, pieza breve y sensual que refleja el espíritu español con una elegancia muy personal.
- Johannes Brahms (1833–1897) contribuye con un Satz (movimiento) de sonata, lleno de profundidad emocional y complejidad armónica.
- Jerry Bock (1928–2010), compositor estadounidense de musicales, brinda una pieza tan popular como llena de alma: Fiddler on the Roof (El violinista en el tejado), símbolo de resistencia y dignidad a través de la música.
- El cierre llega con Leonard Cohen (1934–2016) y su inmortal Dance Me to the End of Love, que se transforma aquí en un canto poético y casi litúrgico.
Una velada marcada por la hondura y el contraste, donde el violín toma la palabra para hablar de lo sagrado, lo humano y lo eterno. En el corazón del Santuario, la música vuelve a ser puente de belleza compartida.