En este 9 de agosto, celebramos el recuerdo vivo de Fray Leopoldo, cuya presencia sigue iluminando nuestras almas. Con las campanadas de las ocho se les abría las puertas de la iglesia a los más madrugadores, como siempre, para pedir y agradecer favores. Aunque muchos amigos prefirieron acompañarnos por la mañana, su cercanía se sintió también durante la tarde. Una vez más, ¡gracias por vuestra visita!