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Santa Clara de Asís (1194-1253) fue una joven de familia noble que, inspirada por la predicación de San Francisco, decidió abandonar todo para seguir el Evangelio en pobreza, humildad y servicio. Fundó la Orden de las Hermanas Pobres —conocidas como Clarisas—, dejando un legado de sencillez y amor a Dios que sigue vivo en el mundo entero. Su amistad espiritual con San Francisco fue tan profunda que ambos se convirtieron en testigos inseparables de una fe vivida con radical coherencia.
Esta historia ha sido llevada al cine en diversas ocasiones, pero una de las recreaciones más fieles y conmovedoras es la película italiana Clara y Francisco (2007), dirigida por Fabrizio Costa. Rodada con esmero histórico y visual, la cinta muestra no solo los grandes momentos de sus vidas, sino también la ternura, la fuerza interior y la complicidad que unió a ambos santos.
La espiritualidad franciscana que Santa Clara y San Francisco encarnaron inspiró siglos más tarde a Fray Leopoldo, humilde capuchino que, como ellos, entregó su vida a la oración y al servicio de los más necesitados.
