La victoria del amor
El altar desnudo. El silencio profundo. La cruz presidiendo el centro del templo y de nuestras vidas. En esta tarde de Viernes Santo, la comunidad creyente se ha reunido en el Santuario de Fray Leopoldo para contemplar el misterio de la Cruz: el amor llevado hasta el extremo.
La liturgia ha comenzado con un gesto elocuente: el sacerdote, postrado en tierra, ha recordado a toda la asamblea el silencio de Cristo ante el sufrimiento, su abajamiento radical, su entrega sin medida. Todos hemos permanecido en silencio, de rodillas, sabiendo que no hay palabras suficientes ante el amor que se ofrece hasta la última gota.
Después, la Pasión según San Juan nos ha sumergido en el drama de Jesús: acusado, abandonado, crucificado. Pero su muerte no fue un accidente ni una derrota, sino la expresión más alta de su amor. Cristo no fue vencido: se entregó libremente para abrirnos el camino de la vida.
Tras la proclamación de la Palabra, la comunidad se unió en la Oración Universal, donde resonaron una a una las últimas palabras del Crucificado. Cuando el sacerdote pronunció, ya de pie, “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, no fue sólo una cita del Evangelio: fue súplica por todos los olvidados, por los que sufren, por quienes aún no han conocido el rostro misericordioso de Dios.
Y luego, el momento central: la adoración de la cruz. Uno a uno, en un silencio sobrecogedor, nos acercamos al madero santo. No adoramos el dolor, sino el amor que se entregó sin reservas. Esa cruz, que a ojos del mundo es fracaso, es para nosotros signo de victoria. Porque allí, en lo alto, Cristo transformó la muerte en fuente de vida.
Al final, la comunión con las formas consagradas el Jueves Santo nos recordó que, aunque el cuerpo de Jesús ha sido entregado, Él sigue presente entre nosotros, alimentando nuestra esperanza.
La tarde termina sin cantos, pero con el corazón lleno de fe. Sabemos que la última palabra no será el sepulcro, sino la luz de la Resurrección. Como Fray Leopoldo, que abrazó la cruz con humildad y confianza, nosotros también seguimos creyendo que el amor es más fuerte que la muerte.
Hermanos Capuchinos